A lo Largo de varias décadas, el maestro de efectos especiales Ray Harryhausen hizo reales ante nuestros ojos criaturas que sólo se encontraban en nuestra imaginación.
Perfeccionando la técnica del stop-motion, dio vida a seres increíbles y aportó al cine fantástico y de aventuras un valioso legado.
Películas como ‘Simbad y la Princesa’ o ‘Jasón y los argonautas’, ésta última considerada su obra magna (mítica es la secuencia con los esqueletos, luego homenajeada en ‘El ejército de las tinieblas’), se beneficiaron de su enorme talento, y hoy día están consideradas como clásicos del cine de aventuras.
Pero la tecnología avanza constantemente, y ya en los 70, películas como ‘2001: Una odisea del espacio’, ‘La guerra de las galaxias’ o ‘Alien, el octavo pasajero’ empezaron a revolucionar el campo de los efectos especiales.
Sin embargo, Harryhausen seguía aferrado a su stop-motion, y en 1982 llevó a cabo un ambicioso proyecto basado en el mito de Perseo y titulado ‘Clash of the Titans’.
El argumento le permitió recrear a monstruosas criaturas mitológicas como el Kraken o la Medusa, pero al público esos efectos ya no le impresionaban nada -menos aún después de la llegada de la saga galáctica de Lucas- y la película fue un fracaso.
Y es que ‘Furia de titanes’, era una película obsoleta incluso para su época (y no sólo por el stop-motion, sino por otros efectos risibles impropios de la época).
Sin embargo, con el paso tiempo se ha reivindicado como todo un clásico del cine de aventuras, y somos muchos los que siendo unos enanos disfrutamos de los entrañables efectos del maestro Harryhausen.
Quizás sea por eso que la idea de un remake no sonaba tan mal. A fin de cuentas, muchas de las películas de Harryhausen destacaban básicamente por sus efectos especiales, y no tanto por sus guiones o su dirección (a menudo deficientes) .
Precisamente eso es algo que criticamos mucho en la actualidad. La posibilidad de poder crear cualquier cosa con los efectos digitales ha hecho que se descuide mucho más otros aspectos igualmente -o mejor dicho, más- importantes.
Así pues, a parte de un lavado de cara de carácter estético y técnico, faltaba comprobar si esta nueva versión a cargo de Louis Leterrier (’Transporter’, ‘El Increíble Hulk’) estaría o no a la altura de las exigencias del público que hoy día abarrota las salas de cine.
"Los mortales, cansados de rendir tributo a los Dioses del Olimpo, deciden deshacerse de los monumentos y los templos que los honran.
Esto enfurece a Zeus, quién no duda en castigar semejante ofensa. Su hermano Hades, Dios del Inframundo, se ofrece para llevar a cabo la reprimenda contra los mortales, pero en su camino tropezará con un duro obstáculo: Perseo (Sam Worthington), hijo de Zeus y una mortal, y criado como un hombre por unos padres a los que ve morir por culpa de Hades.
No pudiendo evitar la muerte de su familia, el joven semidiós se ofrece para liderar una peligrosa misión destinada a derrotar a Hades antes de que éste se haga más poderoso que ningún otro Dios y haga de la Tierra su propio infierno.
Perseo comienza un peligroso viaje a lo más profundo de los mundos prohibidos junto a un grupo de valientes guerreros dispuestos a desafiar y luchar contra demonios desalmados y bestias terribles. Pero sólo si Perseo acepta su poder de dios, podrán llevar a cabo con éxito su misión."
La película original se basaba en el mito de Perseo, y este remake se basa libremente en aquella.
No son pocas las diferencias entre esta versión y la original, algo que en parte se agradece, ya que ver un calco de aquella pero con mejores efectos especiales hubiera sido poco estimulante. Y si un remake puede aportar algo nuevo o diferente respecto a su homónima, pues bienvenido sea.
Para empezar, tenemos a nuevos personajes, como el que interpreta la bella Gemma Arterton -a la que pronto veremos en ‘El Príncipe de Persia’- y cuya función es la de guiar a Perseo en su duro viaje (ya no están ni el viejo poeta ni el búho dorado, aunque éste último tiene un simpático cameo).
Además, será ésta y no Andrómeda (la no menos guapa Alexa Davalos) quién enamore a nuestro héroe protagonista.
Otros cambios devienen en el origen de los personajes y de algunas de las criaturas, en los objetos que le son dados a Perseo (y los que no le dan), en las motivaciones de éste último y las de los Dioses, etc.
Son muchos los cambios respecto al film de Davis, y en algunos casos sustanciales (y por qué no decirlo, para mejor).
Obviamente, el diseño de producción está muy cuidado, haciendo gala de escenarios reales (con localizaciones en Tenerife, Gales y Etiopía) y de magníficos decorados que ambientan a la perfección las aventuras de Perseo y sus guerreros.
La idónea mezcla de efectos digitales y artesanales (maquillaje y demás) ayuda a hacer lo más creíble posible los distintos mundos y criaturas que se nos van mostrando.
Probablemente, uno de los escenarios más atractivos sea la tétrica guarida de Medusa, cuyas ruinas dificultan la ya de por sí complicada tarea de matar a la monstruosa Gorgona. También la sala en la que debaten los Dioses, el escondrijo de Calibos o el lujoso palacio de Argos son visualmente muy llamativos.
Las caracterizaciones son otro punto fuerte de esta nueva versión. Los Dioses dejan atrás las togas y lucen todos, a excepción de Hades, unas brillantes armaduras doradas y plateadas que nos recuerdan irremediablemente a los Caballeros del Zodiaco. El Dios del Inframundo, como es obvio, tiene un aspecto mucho más sombrío y siniestro.
Los guerreros protagonistas llevan también sus armaduras de metal y cuero, aunque mucho menos lujosas, claro.
A diferencia de la original, aquí pocos cascos y sí mucha melena al viento, a excepción de Perseo, que con su cabeza rapada parece más un marine que un semidiós de la mitología griega. Eso sí, todos llevan sus espadas, lanzas y escudos -atención al que le fabrican a Perseo- para hacer frente a fantásticas criaturas como los gigantes escorpiones, con quienes nuestros guerreros se enfrentan en uno de los mejores momentos de la película.
También hay que destacar la caracterización de los Djin, unos extraños seres con poderes mágicos que moran por el desierto; la de Calibos (Jason Flemyng), el antiguo rey Acrisio, que se convirtió en una horrenda bestia cuando Zeus lo golpeó con un rayo; las brujas Estigias, que parecen salidas de ‘El laberinto del Fauno’; o la de Caronte, el barquero del Inframundo, cuyo aspecto es bastante grotesco (nada que ver con el esqueleto de la original y su pequeña barquita de remos).
Los escorpiones, la Medusa (que toma el rostro de la modelo Natalia Vodianova) y el Kraken están recreados digitalmente, así como las alas de Pegaso, que esta vez no es blanco sino negro (ni tampoco es el último en su especie). La labor en ambos casos es satisfactoria.
Quizás la Medusa, por su facciones más humanas, sea la criatura menos conseguida de todas, pero en general los efectos especiales son buenos y el maquillaje excelente.
Las secuencias de acción son las justas y necesarias para poco más de hora y media de película, y ahí es donde Leterrier sobresale.
La pelea contra los escorpiones es la más intensa de todas, con mucho movimiento y acertadas coreografías. Y aunque el resto no tengan el mismo nivel de espectacularidad, sí resultan igualmente gratificantes.
El momento más álgido es la aparición del Kraken. Lo bueno es que el director juega a mostrárnoslo poco a poco, viendo partes de su cuerpo emerger lentamente del agua, y aumentando así la incertidumbre en el espectador; lo malo es que la sorpresa ya nos la pifiaron en el tráiler… .
El guión no es ninguna maravilla, pero tampoco se espera mucho de él en una producción de estas características.
Tiene cosas interesantes, como un Perseo renegando de los Dioses y queriendo vivir y luchar como un hombre, o una Andrómeda apenada y dispuesta a sacrificarse por su pueblo. Desgraciadamente, todo es bastante plano, y su estructura a modo de videojuego no deja mucho margen para desarrollar mejor la historia y los personajes.
Donde gana puntos es en los secundarios que acompañan al protagonista, a los cuales se les otorga algo personalidad para hacer más ameno el viaje (no falta el toque de humor y algún que otro chascarrillo) Desgraciadamente, no se les aprovecha lo suficiente y acaban durando menos de lo que un servidor deseaba (y encima caen casi todos en el mismo sitio).
Por otro lado, cualquiera de los actores que los interpretan -Mads Mikkelsen o Liam Cunningham, por ejemplo- se comen con patatas al soseras de Worthington, al que le faltan toneladas de carisma -y expresividad- para afrontar su papel de héroe con mayor empaque (del amago de sonrisa y la cara de enfado no pasa).
Y es que sigo sin entender como un actor, en mi humilde opinión, tan mediocre puede estar tan solicitado. Encima el mal doblaje esta vez no le favorece nada ni puede ocultar sus carencias interpretativas (aunque peor es de los cazadores, que parecen medio rusos medio catalanes; una verdadera atrocidad y una patada en la entrepierna al sector del doblaje).
Liam Neeson y Ralph Fiennes, que vuelven a coincidir después de ‘La lista de Schindler’ aportan su experiencia y presencia a Zeus y Hades respectivamente. Lástima que también ellos queden reducidos a pocos minutos de lucimiento. Aunque al fin y al cabo, son los mortales los verdaderos protagonistas.
La banda sonora de Craig Armstrong, que ya había puesto música al Hulk de Leterrier, es bastante acertada (salvo algún temita demasiado guitarrero). Épica y muy potente sobretodo en las secuencias de acción.
‘Furia de Titanes’ es, en definitiva, una entretenida y espectacular película de aventuras, con poca luz y mucho monstruo.
El resultado no es como para subirse a la butaca y pegar brincos de entusiasmo, pero cumple con su cometido y mejora en todos los aspectos la película original, la cual, vista hoy día, me demostró que los recuerdos nostálgicos de mi infancia la habían idealizado por completo (y eso que el encanto de otras producciones de Harryhausen se mantiene intacto).